Pulgones… y si los combatimos con caléndulas?
Los pulgones son insectos que se alimentan de savia y terminan secando las plantas. Pueden ser verdes, amarillos o negros y no miden más que unos milímetros.
Si no los llegamos a ver, quizás detectemos su presencia por otros indicios: dejan las hojas amarillentas, mientras que el tallo y los botones florales se enrollan y deforman, además segregan una sustancia pegajosa que atrae a las hormigas, con las que también establecen una relación simbiótica: mientras que éstas succionan sus secreciones líquidas con un contenido muy alto en azúcares para alimentarse, trasladan a los pulgones de las hojas secas a las frescas y, si llueve corren para resguardar a los pulgones de la lluvia, poniéndolos debajo de las hojas.
En el líquido pegajoso que desprenden se desarrolla la fumagina, hongo que se alimenta de la planta y la debilita y-al cubrir las zonas verdes- impide que esta realice la función clorofílica con normalidad.
Una planta bien nutrida y en buenas condiciones no debería atraer pulgones y sería menos propensa a enfermarse, entonces nos debemos preguntar ¿cómo lo podemos prevenir? Por ejemplo no colocando fertilizantes nitrogenados y efectivizando el riego, poco y periódico es mucho mejor que mucho y esporádico.
Esta plaga indeseable tiene un enemigo natural: las vaquitas de San Antonio, que se alimentan de pulgones (una sola mariquita puede comer hasta 5.000 individuos a lo largo de su vida). Para atraerlas a nuestro jardín bastará con limitar al mínimo el uso de tóxicos y sembrar plantas con flores.
Otra forma ecológica de combatir los pulgones es plantando caléndulas, que les resultan muy atractivas. Como su tallo es pegajoso, los pulgones quedan adheridos y así salvaguardamos el resto de las plantas.
Fuente: lagranepoca.com
Etiquetas: Pulgones